El Principito - Antoine de Saint-Exupéry

El Principito - Antoine de Saint-Exupéry

Descubre cómo este libro infantil puede hacerte reflexionar sobre la vida y seguir nuevos rumbos.

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Si pudiéramos definir el libro “El Principito”, escrito por Antoine de Saint-Exupéry, en una palabra, esa palabra sería nostalgia.

Y no hay época más nostálgica que nuestra infancia. Es imposible no recordar las virtudes y la inocencia de los niños. Pensamos en cómo esas pequeñas personas, que apenas han comenzado su camino en la vida, suelen ver el mundo con otros ojos, con una visión mucho más estimulante.

Con los años, perdemos muchas de esas virtudes y esperanzas, cambiamos nuestra forma de pensar y, la mayoría de las veces, ese mundo prometedor y colorido de un niño se convierte en el mundo gris y desesperanzado de un adulto.

Ahí es donde entra El Principito. En este resumen, pretendemos mostrar cómo una fábula infantil aborda temas de adultos, haciéndonos reflexionar sobre cómo los pensamientos que teníamos de niño pueden ser rescatados hoy y ayudarnos a seguir nuevos y alentadores rumbos.

Entonces, ¿vamos a revisar este clásico?

El libro “El Principito”

Publicado en 1943, originalmente como “Le Petit Prince” (en francés), “El Principito” es un libro atemporal, con enseñanzas y reflexiones para todas las edades.

Traducida a varios idiomas y convertida en película, la obra de Antoine de Saint-Exupéry cautiva a personas de todo el mundo al contar la historia de un piloto que se accidenta con su avión en medio del desierto del Sahara.

Allí se encuentra con el Principito, que le cuenta su increíble viaje y le da lecciones para el resto de su vida.

¿Quién fue Antoine de Saint-Exupéry?

Nacido en Lyon, Francia, Antoine de Saint-Exupéry (1900-1945) fue escritor, pintor y piloto, tres características que, curiosamente, se reflejan en el libro “El Principito”.

Durante la mayor parte de su vida, el autor fue piloto de avión, realizando vuelos civiles y militares. Sin embargo, debido a la Segunda Guerra Mundial, Saint-Exupéry se fue a Estados Unidos, donde publicó algunos libros. Al ver su habilidad como dibujante, algunas personas le pidieron que escribiera un libro para niños.

Y así surgió esta fábula infantil, con una historia y un mensaje que siguen perpetuándose hasta nuestros días.

¿Para quién está indicado el libro “El Principito”?

El libro “El Principito” es una historia inspiradora para todas las edades que te hará recordar la época de tu infancia, trayendo buenos recuerdos y reflexiones sobre la vida.

Por eso recomendamos este libro a todo el mundo. ¡Que tengas nuevas visiones y aprendas de la fábula de Antoine de Saint-Exupéry!

¿Cuáles son los puntos principales de “El Principito”?

El libro trae a lo largo de sus 27 capítulos y 91 páginas, ideas como:

  • La importancia de escuchar al niño que llevamos dentro;
  • Críticas a nuestro modo de vida actual;
  • El valor de las amistades y las responsabilidades sobre ellas.

De la infancia al desierto

El libro cuenta la historia de un piloto (denominado “Piloto” en este resumen, ya que en el libro no se menciona el nombre del piloto, aunque todo apunta a que es el propio Antoine de Saint-Exupéry), que desde niño tenía el deseo de ser dibujante.

Su primer y más importante dibujo fue:

Dibujo realizado por el piloto - Libro El Principito.

Fuente: Libro "El Principito".

Después de dibujarlo, se lo mostraba a los adultos y les preguntaba qué creían que era, y siempre obtenía la misma respuesta: “Es un sombrero”.

Sin embargo, lo que la gente no sabía era que la imaginación de un niño no tiene límites y que, al dibujar, la visión del autor era diferente. No era un sombrero, sino un elefante tragado por una serpiente, boa constrictor. Y para que todo el mundo lo entendiera, tuvo que hacer un segundo dibujo:

Dibujo realizado por el piloto - Libro El Principito.

Fuente: Libro "El Principito".

Sin embargo, sus artes siempre fueron despreciadas, y su sueño fue desalentado, ya que, según los adultos, el dibujo no traería un futuro, y se le dijo que se centrara en la geografía, la historia, las matemáticas, entre otras.

Así que, siguiendo estas recomendaciones, aquel niño soñador se convirtió en piloto de avión, viajó por el mundo, comprendió la geografía y se convirtió en adulto.

Pero siempre andaba con su dibujo de la boa constrictor para preguntarle a la gente qué creía que era el dibujo y, así, saber si pensaban como él, para finalmente poder tener una conversación interesante con alguien.

Un día, el avión del piloto tuvo un problema y se cayó en medio del desierto del Sahara. Con provisiones para solo ocho días, intentaba reparar el avión. Fue entonces cuando escuchó una voz y todo cambió. La voz dijo: “¡Por favor... píntame un cordero!”.

El piloto se volvió y vio una figura. Acababa de conocer al Principito.

Dibujo - Libro El Principito.

Fuente: Libro "El Principito".

Conociendo al Principito

Ante la duda de si aquel niño era real o no, el Piloto intentó cumplir su extraña solicitud de dibujar un cordero y, tras varios intentos, consiguió satisfacerlo. Así fue como llegó a conocer a aquel niño y a entender de dónde venía.

Al hacer varias preguntas y no responder ninguna, el Principito vino de un pequeño planeta o, como nosotros lo llamamos, de un asteroide, conocido como B-612.

El autor Antoine de Saint-Exupéry narra que este asteroide fue descubierto en 1909 por un astrónomo turco, que no tenía credibilidad en su descubrimiento simplemente por la ropa que llevaba. Pero en 1920, el astrónomo volvió a presentar su descubrimiento, esta vez con ropa típica europea, y fue reconocido.

En este pequeño planeta, donde el Principito se asombraba de ver la puesta de sol, tenía como única compañera una rosa. Había nacido de repente y era muy vanidosa.

Por eso, exigía al Príncipe los mejores cuidados para vivir bien y le contaba historias en las que él no creía del todo.

Un día, el niño decidió marcharse. Limpió el pequeño planeta, arrancó las plantas malas que nacían, cuidó de la rosa y se despidió.

A pesar de la dificultad de la despedida, el Principito aprovechó una bandada de pájaros salvajes y emprendió su viaje.

Comprendiendo su viaje

Durante su aventura, el Príncipe pasó por diferentes planetas buscando conocer más lugares y tener más conocimientos.

Veamos los personajes que conoció en cada una de estas experiencias contadas por el autor Antoine de Saint-Exupéry en su libro “El Principito”:

El Rey

El primer planeta visitado por el niño estaba habitado por una sola persona, un rey que, al ver al Principito, insistía en dar órdenes y enfatizaba que había que cumplirlas siempre.

Este rey creía reinar sobre todas las cosas, todos los lugares y todas las estrellas, siendo un monarca universal. Así, el Príncipe decide poner a prueba su poder y le pide al rey que ordene la puesta del sol.

El rey le explica entonces al niño que, a pesar de ser un rey absoluto, sus órdenes deben ser sensatas. Como se cita en la obra:

“Solo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar. La autoridad se apoya antes que nada en la razón.”

El Vanidoso

El segundo planeta estaba habitado por un hombre muy vanidoso que vivía sólo para que los demás le admiraran y alabaran. Aunque era la única persona en ese planeta, su objetivo era destacar por su belleza, inteligencia y riqueza.

El Principito le preguntó entonces: “Te admiro. ¿Pero para qué te sirve?”. Y pasó al siguiente planeta.

El Bebedor

En el tercer planeta había un hombre borracho que, cuando el niño le pregunta por qué bebe, responde que solo bebe para poder olvidar la vergüenza de la bebida.

Y así, el Principito se fue intrigando cada vez más por lo raros que eran los adultos.

El Hombre de negocios

Al pasar al siguiente planeta, el niño encontró a un hombre de negocios. Este hombre, que ni siquiera levantó la cabeza para recibir al príncipe, estaba concentrado únicamente en contar el número de estrellas que le rodeaban.

Como cuenta Antoine de Saint-Exupéry en el libro “El Principito”, al recibir la pregunta del niño sobre por qué contaba las estrellas, el hombre de negocios respondió que solo era para saber el tamaño de su posesión y que poseer las estrellas le hacía rico, aunque no las utilizara.

Al darse cuenta de que los adultos se volvían más extraños, El Principito recuerda las cosas que le rodean y lo mucho que las valora: la rosa, los volcanes, su pequeño planeta. Y así, sigue su viaje.

El Farolero

El quinto planeta era muy pequeño y su único habitante era un farolero. Su función era sencilla. Al anochecer, debía encender la lámpara y, al amanecer, debía apagarla, porque esas eran las órdenes.

Solamente había un problema: en este planeta, los días duraban solo un minuto, lo que hacía que el farolero estuviera agotado por su constante trabajo.

El Principito le sugirió que se paseara por el planeta, para que siempre estuviera al lado del día y pudiera descansar.

Sin embargo, el deseo del hombre era solo dormir, y eso haría que no cumpliera con las normas. Así que continuó con su rutina y el príncipe partió hacia el siguiente planeta.

El Geógrafo

El sexto planeta era mucho más grande que los demás, pero también estaba habitado por una sola persona, un geógrafo. Se trataba de un hombre estudioso que cartografiaba los planetas.

Sin embargo, el chico se dio cuenta de que ni siquiera sabía si el propio planeta tenía océanos y montañas. Al cuestionarlo, tuvo la siguiente respuesta, citada en el libro “El Principito”:

“Pero no soy explorador, ni tengo exploradores que me informen.”

Como geógrafo, el hombre se sentaba en su escritorio, esperando que los exploradores vinieran a contarle los territorios a cartografiar.

El Principito le pide entonces una sugerencia sobre qué planeta visitar. El geógrafo sugiere un gran planeta que, para él, tenía buena reputación: la Tierra. El niño pasa entonces a la siguiente etapa de su viaje.

La llegada a la Tierra

Al llegar a la Tierra, el Principito se dio cuenta de que este planeta no se parecía en nada a los demás. Era un planeta mucho más grande y había muchos reyes, borrachos, hombres de negocios, geógrafos, vanidosos y faroleros.

Sin embargo, no vio a nadie y su primer contacto fue con una serpiente.

Según narra el autor Antoine de Saint-Exupéry en su libro “El Principito”, la serpiente le explicó al niño que en el desierto donde se encontraba no había nadie.

La serpiente también le dijo al niño que tenía el poder de llevar a la gente “más lejos que un barco” y que su toque podía devolver a todos a la tierra de la que venían.

Y el Príncipe, conociendo esta información, siguió su viaje. Atravesó el desierto y escaló montañas en busca de hombres hasta que encontró un camino y un jardín lleno de rosas.

Hablando con ellas, se dio cuenta de que su flor, que creía única y de extremo valor, era una rosa cualquiera y que había miles como ella.

Triste por su descubrimiento, y vagando por el planeta, conoció al zorro. Y fue en la conversación con el zorro donde el niño pudo tener su mayor aprendizaje.

Comprendió la importancia de cautivar a la gente. Al hacerlo, esta persona se convierte en única para ti.

Antes de domesticar al zorro, el Principito no era más que un niño común y corriente para él. Pero después, crearon vínculos, y estos vínculos transforman las relaciones. Al cautivar y ser cautivados, llegamos a conocer mejor las cosas y las personas.

El Principito domesticó al zorro y se divirtieron juntos, pero un día, llegó la hora de irse, y el zorro dejó una última lección, como se cita:

“No se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos.”

Así, el príncipe comprendió que su rosa no era una rosa cualquiera, porque él la había domesticado y había sido domesticado por ella, lo que la hacía especial y única para él y, en consecuencia, lo hacía responsable de ella. Así pues, continuó su viaje.

En su jornada, el Principito conoció a un guardavías, que guiaba trenes llenos de gente que no sabía lo que quería, y a un comerciante, que vendía píldoras que hacían que la gente no volviera a tener sed, ahorrando el tiempo de los mayores.

Así, cuando el Principito terminó de contar su historia de cómo había llegado hasta allí, habían pasado ocho días cuando el Piloto estaba en el desierto. Y como el agua se acabó, salieron en busca de un pozo.

Tras una larga caminata, encontraron agua y pudieron hidratarse. Y fue en ese momento cuando el Piloto descubrió que era hora de que el Príncipe se fuera.

De vuelta a casa

El Principito llevaba un año vagando por la Tierra y comprendió que era hora de volver a su planeta, a su flor.

Se encuentra de nuevo con la serpiente, que le explica que su veneno puede llevarle a casa sin sentir dolor.

El niño le dice al Piloto que debe irse, que será un momento difícil porque habían cultivado una hermosa amistad. Como dijo el zorro, ambos habían sido domesticados. Le dice que se irá, que su cuerpo permanecerá, pero que no sufrirá.

Y así fue. El Principito regresó a su casa para cuidar de su flor, pero dejó con el Piloto la certeza de que siempre que mirara las estrellas, oiría la dulce risa del niño.

Como cuenta el autor Antoine de Saint-Exupéry, el Piloto reparó su avión y también volvió a casa. Nadie creyó nunca en su historia de cómo conoció al Principito.

Sin embargo, él sabe que, a muchos kilómetros de distancia, está allí cuidando su flor y limpiando las malas plantas de su planeta, recordando a los amigos que domesticó en su viaje.

Libros sobre desarrollo personal

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Por último, según Tony Robbins, en su libro “Inquebrantable”, es necesario donar: donar tu dinero, tu atención y tu tiempo. Hacer contribuciones es lo que da sentido a la vida de muchas personas.

¿Cómo puedo aplicar el contenido de “El Principito”?

“El Principito” no es un libro sencillo. Las reflexiones que hace el autor Antoine de Saint-Exupéry son profundas y nos hacen pensar en varias cosas.

Al leerlo, podemos aprender muchas lecciones:

  • El libro en sí es una gran reflexión sobre cómo dejamos de lado nuestros pensamientos infantiles y empezamos a pensar de forma simple y sin esperanza. La historia nos trae la figura del Principito, un símbolo de esperanza. Él no entiende las contradicciones de los pensamientos de los adultos y simboliza el niño que todos llevamos todavía dentro;
  • El astrónomo turco presenta una reflexión sobre el hecho de juzgar a las personas por las apariencias, al igual que el diseño de la boa constrictor y el elefante muestra que “lo esencial es invisible a los ojos”;
  • El zorro muestra la importancia de cautivar, es decir, de crear vínculos, y la responsabilidad que tenemos por ello, tanto en la vida personal como en la profesional;
  • El rey simboliza el deseo de poder, pero aporta la enseñanza de ser razonable y de que cada uno solo puede dar lo que está dentro de sus posibilidades;
  • El vanidoso muestra que no debemos depender de los elogios de los demás y que debemos creer en nuestras propias capacidades;
  • El borracho nos alerta de los vicios a los que podemos enfrentarnos;
  • El hombre de negocios está tan ocupado contando estrellas que no disfruta de lo que pueden ofrecer. Solo sirven como números para sus posesiones;
  • El farolero no cuestiona las órdenes para poder mejorar su trabajo, pero sigue insatisfecho;
  • El geógrafo representa a las personas que no corren detrás de sus objetivos, ya que solamente espera que lleguen los exploradores con nueva información y, por tanto, es incapaz de hacer mapas;
  • El guardavías y el comerciante hacen una reflexión sobre los adultos que siempre buscan más tiempo, pero no tienen un objetivo a seguir;
  • Y el piloto representa a las personas que entienden que nunca es demasiado tarde para perseguir sus sueños.

Cabe destacar que “El Principito” es un libro abierto a las interpretaciones, por lo que algunos personajes pueden tener diferentes significados según tu interpretación.

Pero lo más importante es que podamos reflexionar sobre estos significados y utilizarlos en nuestra vida, tanto personal como profesional.

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